Iglesia de Ringebu, Oslo y el parque de Vigeland
Habíamos llegado a la recta final de nuestro viaje después de 11 días de ruta por Noruega visitando parajes increíbles como Preikestolen, Flam o Geiranger. Nos quedaban sólo dos días para ver Oslo y los queríamos aprovechar al máximo.
Nos despertamos en Trondheim y disfrutamos de los primeros rayos de sol en varios días con un buen desayuno. Como fan de la canela tuve la oportunidad de degustar un Kanelboller, una delicia !
Nos despedimos de la ciudad con un breve paseo para empezar con la ruta hacia Lillehammer. A medida que nos adentramos en el centro de Noruega las temperaturas eran cada vez más bajas.
Paramos varias veces para fotografiar ríos y aprovechar al máximo el filtro ND. El eterno atardecer nos ofreció una vista privilegiada de la Iglesia de Ringebu. Otra foto más con larga exposición y muchas ganas de revelarla para ver el aspecto final.
Llegamos a Lillehammer por la noche y tan sólo nos dio tiempo a dar un breve paseo para ver si con algo de suerte podíamos ver algún arce. La casita de madera donde dormimos nos hizo recordar que era la última noche en lugares con tanto encanto. Al día siguiente nos esperaba Oslo y un largo camino.
A pesar de la lluvia llegamos a Oslo con muchos ánimos, la previsión para el día siguiente era despejado. Nos quedaba un día entero para disfrutar de la capital.
Celebramos nuestros últimos días en Noruega con una buena cena casera. Nos alojamos en un apartamento muy luminoso y con mucho espacio. La mezcla de diferentes diseños de muebles le daba un aspecto moderno y a la vez útil.
Llegó el último día y decidimos pasar la mañana visitando la ciudad y dejar para la tarde el parque de Vigeland. Después de un buen desayuno recorrimos el casco antiguo de Oslo. El teatro nacional, el edificio Nobel, el congreso o la catedral eran obras arquitectónicas muy interesantes. Paramos a comer unas hamburguesas gigantes y con energías renovadas seguimos con nuestra ruta turística.
Por la tarde paseamos por el parque de Vigeland, donde se encuentran 200 esculturas y el famoso monolito. El sol iluminaba las escenas con un encanto especial. Aunque ya sabíamos la magnitud de la obra de Vigeland nos sorprendió ver las escenas que había representado.
Para celebrar el final del viaje salimos a cenar por el barrio de Grünerlokka y tomar la última cerveza en uno de sus bares.